Se trata de una vivienda unifamiliar situada en la pedanía de El Siscar, en Murcia, implantada sobre una parcela de carácter rural El proyecto se organiza en una única planta sobre rasante, destinada a la vida cotidiana, y un sótano que acoge el garaje y espacios auxiliares. Esta disposición busca optimizar la relación con el terreno y potenciar la accesibilidad y la funcionalidad de la casa.
Desde el punto de vista compositivo, la vivienda se articula mediante dos volúmenes principales de distinta altura. El primero, de mayor presencia y jerarquía, constituye el núcleo central de la casa, en el que se ubican los espacios más representativos y de uso común, como la cocina, el salón y los dormitorios. A ambos lados, dos cuerpos de menor altura completan el conjunto, albergando los espacios de servicio y estancias complementarias, de manera que la volumetría se fragmenta y adapta a la parcela, generando una lectura arquitectónica equilibrada y dinámica.
La materialidad del edificio se caracteriza por la sobriedad y la pureza formal. Los volúmenes se revisten con un acabado continuo de mortero monocapa en tono beige, que aporta unidad y serenidad visual. A este tratamiento se suma un elemento distintivo: una viga perimetral de madera que recorre la envolvente exterior, enmarcando la vivienda y aportando un cálido contraste material y cromático frente a la superficie del mortero, y dotando al conjunto de una identidad clara y reconocible.
En el interior, la propuesta se decanta por una estética minimalista que prioriza la luminosidad y la amplitud espacial. Predominan los colores claros y neutros, que potencian la entrada de luz natural y refuerzan la sensación de espacios diáfanos y abiertos. La simplicidad en la elección de materiales y mobiliario responde a una voluntad de crear ambientes serenos, funcionales y atemporales, en los que la calidad espacial prevalece sobre la ornamentación.