El edificio, que se sitúa en una de las calles más concurridas de la ciudad, gozaba de una localización excelente pero que se veía desmerecida por la antigüedad de su diseño interior.
Debido a esto, se buscaba modernizar los espacios, dándole más amplitud y luz natural, a la vez que generar nuevas conexiones entre las diferentes estancias.
Una puerta pivotante de cristal permite a los espacios pasantes dotarlos de una visión axial a través del espacio de salón-comedor. Y una puerta corredera de cristal, da la oportunidad de unir o separar el salón y la cocina para adaptarlo a las necesidades específicas de cada momento.